Un préstamo hipotecario es siempre un compromiso financiero para el titular. Fijar un plazo más o menos largo para su devolución es clave para su capacidad de endeudamiento, ya que cuantas más cuotas se acuerden, menor será la cantidad a pagar, sin embargo, también se tendrá que hacer frente a más intereses. A continuación, te explicamos qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir entre una hipoteca a corto o a largo plazo.
¿Qué es el plazo de amortización en una hipoteca?
El plazo de amortización en una hipoteca es el tiempo durante el que el titular está pagando las cuotas hasta completar la devolución del dinero prestado por el banco junto a los intereses. Este plazo es clave ya que, en función del número de cuotas a pagar, la cantidad será mayor (menos cuotas) o menor (más cuotas).
Hipoteca a corto plazo, ¿qué es y cuándo contratarla?
Las hipotecas a corto plazo son aquellas cuyo plazo de amortización es menor a los 15 años. En este tipo de préstamos, el dinero se devuelve en un menor periodo de tiempo, por lo que las cuotas a pagar cada mes tienen una cuantía más elevada, aunque se pagan menos intereses.
A valorar: contar con un periodo de amortización más reducido puede implicar una carga financiera mensual muy elevada, ya que se paga una mayor cantidad en cada cuota. Por regla general, una hipoteca a corto plazo está indicada para personas con ingresos elevados y estables.
Hipoteca a largo plazo, ¿qué es y cuándo contratarla?
Las hipotecas a largo plazo son aquellas cuyo plazo de amortización supera los 15 años. En este tipo de hipotecas el titular tiene que devolver el dinero prestado durante un periodo de tiempo más holgado, por lo que la cantidad a pagar cada mes será inferior. Sin embargo, pagará intereses durante más tiempo.
A valorar: al pagar menos en las cuotas mensuales, el titular cuenta con una mayor capacidad de endeudamiento para satisfacer otras necesidades, como pagar otros préstamos, ahorrar o invertir. Normalmente, si la cuota mensual en relación al plazo calculado excede el 30% de los ingresos del titular, lo más indicado es solicitar mayor plazo, por lo tanto, una hipoteca a largo plazo, con el fin de asumir menos riesgos y poder contar con una cuota mensual más reducida. El inconveniente principal de este tipo de hipotecas es que, al pagar intereses durante más tiempo por la misma cantidad, el total que se desembolsa por el préstamo es superior.
¿Cómo escoger el plazo de amortización de una hipoteca?
Dado que la contratación de una hipoteca es un compromiso a largo plazo -en España, el plazo medio se sitúa en los 24 años-, hay que tener presente determinados aspectos antes de fijar el plazo de amortización. De este modo, será posible hacer una simulación y calcular si es mejor una hipoteca a corto plazo o a largo plazo.
El Banco de España establece 30 años como plazo máximo recomendado para firmar una hipoteca para una vivienda habitual. Sin embargo, esto no deja de ser una recomendación genérica al margen de las particularidades de cada caso, por lo que lo mejor es dejarse asesorar por un especialista hipotecario de la entidad bancaria.
Estos son los puntos que más influyen a la hora de decantarse por una hipoteca a corto o a largo plazo:
- Perspectivas laborales. Es fundamental tener en cuenta las perspectivas laborales a corto, medio y largo plazo para poder determinar la solvencia económica que se tendrá mientras dure el contrato de la hipoteca.
- Edad del titular o de los titulares. Los bancos suelen situar en los 75 años la edad máxima que puede tener el titular en el momento de terminar de pagar el préstamo hipotecario. Esto significa, por ejemplo, que una persona que compra una vivienda con 60 años puede acceder, como máximo, a un plazo de amortización de 15 años.
- Evolución del mercado. Es importante saber que la evolución del euríbor influye en algunos préstamos hipotecarios, como ocurre con las hipotecas variables o las hipotecas mixtas. Esta evolución tendrá un impacto directo en las cuotas mensuales de la hipoteca.
Ejemplo de contratar una hipoteca a corto plazo o a largo plazo
Veamos un ejemplo de una misma vivienda con un mismo precio en una hipoteca a corto y otra a largo plazo.
María tiene 30 años y se va a comprar una vivienda. Calcula que para poder terminar de comprarla y satisfacer también los gastos asociados necesita 100.000 euros. Cuenta con unos ingresos mensuales de 4.000 euros y unos gastos de 600 euros. Pide al banco información sobre una hipoteca fija a 12 años y a 25 años:
- Hipoteca a 12 años. Pagará una cuota mensual de 875,53 euros. Los intereses que tendrá que abonar en total suman 26.076,06 euros.
- Hipoteca a 25 años. Pagará una cuota mensual de 527,84 euros. Los intereses que tendrá que abonar en total suman 58.350,44 euros.
En este caso, María no podría contratar la hipoteca a 12 años ya que, sus gastos (600 euros de gastos fijos + 875,53 euros de cuota) superarían el 30% de sus ingresos, por lo que tendría que apostar por la hipoteca a largo plazo, en la que la suma de todos los gastos no llega al 30% de los ingresos.
¿Es posible convertir una hipoteca a largo plazo en una a corto plazo?
A través de una amortización anticipada es posible cambiar el plazo de devolución de la hipoteca o reducir sus cuotas. En este caso, si se opta por reducir el plazo, se terminará antes de pagar la hipoteca, pero habrá que seguir haciendo el mismo esfuerzo financiero durante el periodo restante. Es decir, que es factible llegar a cambiar una hipoteca firmada a largo plazo y convertirla a una a corto plazo.
A la hora de realizar una amortización anticipada de la hipoteca, es posible que haya que abonar alguna penalización. En España, la legislación fija una comisión por desistimiento máxima del 0,5% de la cantidad amortizada durante los cinco primeros años y del 0,25% si la cancelación se produce a partir del sexto año.
Fotografía de Alena Darmel en Pexels