Los préstamos pueden ser un aliado fundamental para la salud financiera de una persona, ya que pueden ayudar a financiar la compra de activos (como un coche o un electrodoméstico) o la consecución de metas personales (como un viaje o la matrícula de la universidad). Por el contrario, un mal uso de los préstamos puede llevar al sobreendeudamiento, lo que afecta negativamente a la salud financiera. A continuación, damos algunos consejos para gestionar de manera eficiente los préstamos y mejorar la salud financiera.
¿Qué relación existe entre la salud financiera y los préstamos?
La salud financiera de una persona es aquella situación económica que le permite poder gestionar de forma activa sus recursos para cubrir sus necesidades, pagar sus deudas y acercarse a los objetivos financieros que se haya marcado para el largo plazo. En ocasiones, a pesar de que se goce de salud financiera, es necesario obtener financiación a través de préstamos para, por ejemplo, cubrir algún imprevisto (como la rotura de un electrodoméstico) o para no tener que desembolsar de una vez el gasto de adquisición de un bien, si este es elevado.
A través de un préstamo, la persona que lo solicita sabe desde el inicio lo que va a pagar cada mes por medio de cuotas que incluyen una parte de devolución del capital prestado junto a los intereses pactados con el banco. Los expertos recomiendan que el porcentaje de endeudamiento del hogar no supere el 30-35% de los ingresos mensuales. Este porcentaje incluye todas las cuotas de los préstamos y otras deudas que se tengan en activo (como el pago de la hipoteca).
Es decir, que, si en una familia los padres ganan conjuntamente 4.000 euros al mes, el pago de todas las deudas en activo no debe exceder de los 1.200 euros.
¿Cómo elegir el préstamo que realmente se necesita?
De cara a contratar el préstamo que mejor se adecúe a las necesidades reales de una persona, es importante tener en cuenta una serie de factores, como son:
- Evaluar la situación económica actual y la previsible de cara a futuro para así intentar averiguar si se podrá atender al pago de las cuotas.
- Conocer la capacidad de endeudamiento personal para saber cuánto dinero podrá prestar el banco.
- Cumplir con los requisitos que pide el banco para su concesión.
- Averiguar el coste real que tendrá el préstamo, analizando los dos elementos clave para ello:
- TIN (Tipo de Interés Nominal). Es el porcentaje fijo que el banco cobra por prestar el dinero al titular del préstamo personal.
- TAE (Tasa Anual Equivalente). Comprende, además del TIN, las comisiones y el resto de gastos asociados al préstamo.
Consejos para gestionar los préstamos de forma responsable
Para lograr gestionar los préstamos de manera efectiva, es importante llevar a cabo una serie de hábitos de planificación financiera. Entre las principales recomendaciones para mejorar la gestión de los préstamos cabe destacar:
Realización de un calendario de vencimientos
El principal punto a tener en cuenta para gestionar bien los préstamos activos que tenga una persona es tener bajo control las fechas de pago de cada cuota para asegurarse de tener saldo suficiente en la cuenta bancaria y evitar así impagos o posibles recargos.
Revisión mensual del estado de las deudas
Asimismo, es recomendable realizar un seguimiento periódico de cuánto dinero queda pendiente por devolver y en qué plazo. Esto ayudará a tener una visión clara de la situación financiera.
Priorización del pago de préstamos frente a otros gastos no esenciales
Por último, es clave darle prioridad a este tipo de obligaciones financieras, teniendo claro la cantidad que suponen las cuotas mensuales, antes de realizar otros gastos que pueden ser prescindibles.
¿Cómo mejorar la salud financiera?
Además de las recomendaciones para la gestión de los préstamos, también es posible seguir una serie de pautas para intentar mejorar la salud financiera personal, como por ejemplo:
Contar con un presupuesto personal
Es importante que este presupuesto sea realista y que se ajuste a la situación actual pero sin perder de vista las perspectivas a medio y largo plazo. Se trata de una herramienta que permite tener una visión completa de los ingresos y los gastos y que ayuda a tener un mayor control de las finanzas personales y a conseguir ciertos objetivos, como pagar un préstamo, ahorrar para un viaje o contar con un fondo de emergencia.
Establecer sistemas de ahorro
Existen diferentes sistemas para controlar los gastos e intentar favorecer el ahorro, aunque se cuente con préstamos en activo. Es el caso de, por ejemplo, la regla del 50-30-20, que propone destinar el 50% de los ingresos mensuales a las necesidades básicas, el 30% a los gastos personales y el 20% al ahorro.
Ahorrar, aunque sea pequeñas cantidades, es un gesto que se puede realizar de forma sencilla programando una transferencia mensual desde la cuenta corriente a la cuenta de ahorro.
Fotografía de Freepik