Tanto si se es una empresa como un profesional autónomo, antes de adquirir un bien de una cuantía económica relevante y que comience a perder valor una vez adquirido, como un automóvil o maquinaria industrial, puede ser oportuno plantearse la opción de alquilarlo y evitar, así, la inversión económica que suele implicar. Las dos principales fórmulas de arrendamiento que existen son el renting y el leasing. Cada una cuenta con una serie de características y de ventajas que es importante conocer para poder elegir correctamente. A continuación, vamos a explicar en qué consisten, qué beneficios ofrecen y cuándo compensa escoger una u otra.
¿Qué es el renting y cuáles son sus ventajas?
El renting es un contrato de alquiler para determinados activos en el que se fija una cuota que no va a variar durante todo el tiempo del contrato de alquiler. Aunque se está popularizando el renting para particulares, está especialmente dirigido a empresas y profesionales autónomos, dado que, a través de este contrato de alquiler, pueden utilizar determinados bienes para el desarrollo de su actividad económica.
Un ejemplo de renting muy común es el renting de coches. A diferencia de lo que ocurre en el leasing, en un contrato de renting de coches para empresas no existe la opción de compra, ya que el renting está pensado para bienes muebles con un deterioro rápido o con un valor residual bajo con el transcurso del tiempo, como es el caso de los vehículos. Además, la propiedad del bien la mantiene siempre el arrendador.
En un contrato de renting para un vehículo, se suele fijar el límite de kilómetros que se puede hacer al año y la cuota, incluyendo las revisiones del automóvil, el seguro a todo riesgo, los cambios de neumáticos, las averías o, incluso, el vehículo de sustitución.
El renting puede ser una opción interesante para la empresa porque permite a un usuario disponer de bienes cuya compra resulta difícil por el gran desembolso que supone.
¿Qué es el leasing y cómo funciona?
Obtener financiación mediante leasing para empresas y autónomos es una buena alternativa para renovar los bienes sin necesidad de comprarlos, financiando el inmovilizado. El leasing es un contrato de alquiler que incluye una opción de compra que, si se lleva a cabo, cambiará la titularidad del bien. En él, el arrendador, que en este caso es el banco, cede el uso de un bien al arrendatario durante un tiempo determinado a cambio del pago de unas cuotas periódicas. Al finalizar el periodo estipulado en el contrato, el arrendatario tiene la posibilidad de ejercer la opción de compra que se haya fijado en el inicio del contrato y poderse quedar con el bien, pasando a ser su propietario. El plazo habitual de un contrato de leasing de entre dos y 10 años como máximo.
Un ejemplo de leasing puede ser el de un hotel que necesite renovar y actualizar la cocina de su establecimiento. El leasing le permite financiar hasta el 100 % de los gastos a través de cuotas flexibles pudiendo, además, solicitarlo a través de las líneas de convenios oficiales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) o del Banco Europeo de Inversiones (BEI), ya que son compatibles.
Renting vs. leasing: 6 diferencias clave
Existen una serie de diferencias entre el renting y el leasing que son importantes conocer antes de optar por una u otra y sacarle, así, el mayor partido posible. Entre esas diferencias cabe citar:
1. Propiedad del bien
Aunque en ambos casos la propiedad del bien es del arrendador, que cede su uso al arrendatario, solo el leasing suele incluir la opción de compra al final del contrato. Habitualmente, al precio final que se le oferta al cliente en un contrato de leasing se le denomina valor residual. Desde este punto de vista, el leasing aporta flexibilidad, ya que permite al cliente llevar a cabo la compra financiada de un bien a largo plazo.
2. Duración del contrato
Por regla general, las compañías de renting establecen un plazo mínimo de 12 meses y un máximo de 60 meses para sus contratos, mientras que los contratos de leasing suelen ser de mayor duración, entre dos y 10 años.
3. Cuotas mensuales y costes adicionales
El renting permite al arrendatario de un bien disfrutarlo sin tener que preocuparse de los gastos adicionales de mantenimiento o del pago del seguro, dado que todos ellos están incluidos en la cuota mensual que abona.
En el caso del leasing también hay que pagar cuotas mensuales por el uso de un determinado activo, aunque el resto de gastos asociados suelen correr a cargo del cliente. Por ello, suele estar indicado para autónomos y empresas que desean tener la opción de comprar el bien al final del periodo de arrendamiento sin tener que comprometerse desde el inicio a una compra definitiva (es posible llegar a financiar el 100 % del importe de la inversión).
4. Tratamiento fiscal y contable
Desde el punto de vista fiscal, el renting permite a una empresa:
En cuanto al leasing, desde una óptica fiscal es posible:
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Deducir las cuotas como gasto en el IS, siempre que el bien esté afecto a la actividad empresarial. Además, los pagos del leasing se desglosan en dos partes: el interés, que es deducible como gasto financiero, y el principal, que se deduce como amortización del bien.
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Aplicar un régimen de amortización acelerada sobre el activo objeto del contrato de leasing.
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Deducir el IVA, siempre que el bien esté afecto a la actividad económica.
5. Servicios incluidos en el contrato
Dentro del contrato de renting y del abono de la cuota suelen estar incluidos todos los gastos asociados al activo. Por ejemplo, en un vehículo, el impuesto de matriculación, el mantenimiento y las revisiones, el servicio de asistencia en carretera y el seguro.
En cuanto al leasing, solo se suele incluir el uso del bien, lo que significa que el arrendatario tiene que pagar el resto de gastos relacionados.
6. Perfil de usuario recomendado
Habitualmente, suscribir un contrato de renting es adecuado en estos casos:
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No se tiene intención de adquirir el bien.
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No se desea realizar una gran inversión inicial y se prefiere ir abonando cuotas periódicas.
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Se busca la tranquilidad de tener incluidos todos los gastos asociados.
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Se desea nueva maquinaria o renovar la flota de vehículos sin afectar a la capacidad de endeudamiento de la compañía y beneficiarse de ventajas fiscales.
En cambio, el leasing está más indicado para estas situaciones:
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Financiar la compra de un bien que se tiene la seguridad de querer adquirir más adelante.
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Tener mayor flujo de caja, ya que las cuotas suelen ser más bajas que en un contrato de renting, lo que permite destinar parte de los ingresos a otras inversiones o gastos.
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Mayor flexibilidad, dado que está indicado para aquellos que desean tener la alternativa de comprar o no el bien al finalizar el contrato.
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