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Préstamos y financiación

¿Qué tipos de préstamos existen?

Banco Sabadell, Publicidad - 04/04/2025
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Existen diferentes tipos de préstamos que pueden clasificarse según el perfil de cliente, el destino del dinero o las garantías requeridas. Antes de contratar un préstamo es fundamental analizar factores como la capacidad de endeudamiento del solicitante, el tipo de interés o si se podrá cumplir con los requisitos que pide el banco. A continuación, explicamos qué tipos de préstamos existen y cuándo conviene contratar cada uno de ellos.

Préstamos personales

A través de los préstamos personales, el banco presta a un cliente una determinada cantidad de dinero, acordando entre ambas partes su devolución así como el abono de unos intereses en un plazo de tiempo determinado. Existen ciertos requisitos para pedir un préstamo personal, como ser mayor de edad, disponer de un buen historial crediticio o contar con una solvencia económica suficiente para abonar las cuotas.

Hay muchos tipos de préstamos personales en función de su objetivo, como los préstamos para jóvenes, préstamos para estudiar;, préstamos al consumo, préstamos sin intereses, préstamos sin domiciliar nómina, préstamos para la compra de un terreno y préstamos preconcedidos.

Préstamos hipotecarios

Los préstamos hipotecarios son aquellos que permiten obtener financiación para la compra de una vivienda. Una hipoteca puede ser, según el tipo de interés que aplica, a tipo fijo, a tipo variable o mixta. Para escoger la hipoteca más adecuada para cada persona hay que analizar factores como su solvencia económica, el importe del préstamo o el plazo de amortización, ya que suelen tener una duración mayor que en el caso de otros tipos de préstamos.

Préstamos según la garantía

También es posible clasificar los préstamos de acuerdo a la garantía necesaria para asegurar la devolución del capital prestado. Según la garantía que se aplica existen dos tipos de préstamos:

Préstamos con garantía personal

Un préstamo con garantía personal es aquel en el que el deudor responde con todo su patrimonio personal, presente y futuro, sin que ningún bien en concreto esté sujeto al pago del préstamo. Es decir, el titular del préstamo conserva la capacidad de actuar sobre sus bienes, pudiendo venderlo o alquilarlos, por ejemplo, pero en caso de no poder hacer frente al pago de las cuotas, el banco se quedaría con ellos, incluyendo el valor equivalente de aquellos que hubiera vendido.

Préstamos con garantía real

En un préstamo con garantía real, el solicitante, además de su patrimonio personal, también fija como garantía un bien en concreto, que normalmente es un activo inmobiliario. Este bien puesto como garantía no puede ser utilizado libremente por el prestatario hasta que se terminen de pagar todas las cuotas del préstamo.

El ejemplo más habitual de un préstamo con garantía real es el préstamo con garantía hipotecaria. En este préstamo, la persona que lo solicita pone como garantía de pago una casa que tenga en propiedad o que vaya a heredar. En el caso de que no pueda afrontar las cuotas de devolución del préstamo, el banco podrá quedarse con la propiedad del bien.

Préstamos según el plazo de vencimiento

Otra forma habitual de clasificar los préstamos es según su duración, es decir, según el plazo que tiene el titular para devolverlo. Así, existen: 

Préstamos a corto plazo

Los préstamos a corto plazo son aquellos cuyo plazo de amortización es inferior a un año. Son ideales para cubrir necesidades puntuales de liquidez, como la compra de material escolar o algún gasto imprevisto, como la rotura de un electrodoméstico. Este tipo de préstamo suele tener una tramitación rápida y menores requisitos, aunque el tipo de interés puede ser más elevado en comparación con préstamos de mayor duración. 

Préstamos a largo plazo

Los préstamos a largo plazo son aquellos que se tienen que devolver en un plazo superior a un año. El caso más común es el préstamo hipotecario para comprar una vivienda, cuyo plazo de amortización puede ser de hasta 30 años. Este tipo de financiación permite, por lo general, acceder a importes más elevados y a tipos de interés más competitivos.

Factores a considerar al elegir un préstamo

A la hora de elegir un préstamo conviene considerar diferentes factores, como por ejemplo:

  • Los requisitos que hay que cumplir para su concesión.
  • Analizar la situación económica actual y la previsible de cara a futuro para así evaluar si se podrá atender al pago de las cuotas.
  • Concretar la capacidad de endeudamiento personal para saber cuánto dinero podrá prestar el banco. El Banco de España recomienda que la capacidad de endeudamiento de una persona nunca supere el 35% de sus ingresos netos mensuales. Esto significa que una persona no debe dedicar más del 35% de los ingresos mensuales netos al pago de las cuotas de las deudas financieras. 
  • Averiguar el coste real que tendrá el préstamo, analizando los dos elementos clave para ello:
    • TIN (Tipo de Interés Nominal). Es el porcentaje fijo que el banco cobra por prestar el dinero al titular del préstamo.
    • TAE (Tasa Anual Equivalente). Comprende, además del TIN, las comisiones y el resto de gastos asociados al préstamo. 
Fotografía de Freepik
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Ahorro, inversión y jubilación   - Fri Apr 25 13:02:27 CEST 2025

5 errores que hay que evitar para disfrutar de la jubilación Banco Sabadell, Publicidad

Planificar la jubilación es clave para poder disfrutar en el futuro de un retiro profesional tranquilo y sin sobresaltos. Para evitar cometer errores que tengan un impacto económico en la jubilación es fundamental realizar una adecuada planificación financiera según los objetivos marcados. A continuación, vamos a analizar algunos de los errores más habituales que se deben evitar para disfrutar de una jubilación tranquila y satisfactoria.

¿Cuáles son los errores que conviene evitar para disfrutar de la jubilación?

Realizar una adecuada planificación de la jubilación es clave para garantizar la estabilidad financiera del futuro. Algunos errores comunes son no empezar a ahorrar a tiempo o no diversificar ingresos. Aquí algunos ejemplos: 

1. No planificar financieramente la jubilación

Los expertos recomiendan empezar a ahorrar y a invertir de manera constante lo antes posible, ya que de este modo se contará con un mayor margen de tiempo para favorecer el ahorro para la jubilación. Además, se suele recomendar diversificar las fuentes de ingreso, combinando el ahorro con otros productos con los que intentar obtener rentabilidad, como por ejemplo, los planes de pensiones.

No planificar financieramente la jubilación puede ocasionar una mayor dificultad para que una persona pueda mantener su nivel de vida una vez afronte el retiro profesional. Además, es posible que esto provoque que tenga que reducir algunos de sus gastos o que, en el peor de los gastos, tenga que desprenderse de parte de su patrimonio.

2. Comenzar a ahorrar tarde

Es frecuente que se empiece a ahorrar demasiado tarde pensando que la jubilación queda muy lejos. La experiencia dice que cuanto antes se comience, mayor será el colchón y menores las preocupaciones que nos persigan o puedan surgir en un retiro que, ante todo, debería ser calmado. Existen diferentes productos de ahorro diseñados de manera específica para planificar económicamente la jubilación.

Preparar económicamente la jubilación cuanto antes permite ahorrar poco a poco y con constancia, a través de aportaciones periódicas. Además, ofrece un mayor margen de tiempo para poder utilizar el ‘poder’ del interés compuesto, es decir, de generar intereses a través de la inversión de las plusvalías que se generen. Finalmente, también aporta al ahorrador un mayor margen para diversificar en diferentes productos de inversión, como depósitos o fondos de inversión.

3. No tener en cuenta la inflación

La inflación puede erosionar el poder adquisitivo de los ahorros, sobre todo en el largo plazo, por lo que no considerar la tasa de inflación al planificar la jubilación puede hacer que, en el futuro, el dinero ahorrado haya perdido valor si no se ha hecho nada con él. Existen productos financieros que suelen replicar mejor a largo plazo el comportamiento de la inflación, como los fondos de inversión, así como la propia inversión en acciones.

Tradicionalmente, los precios en el sector inmobiliario también han sabido recoger el aumento de la inflación con el paso del tiempo, por lo que puede ser una buena decisión invertir en la compra de una vivienda y financiarla a través de una hipoteca pensando en complementar económicamente la jubilación el día de mañana.

4. No pensar en las distintas etapas de la vida para adaptar el plan de ahorro

La capacidad de ahorro de una persona cambia a lo largo de su vida en virtud de cómo evolucionan sus ingresos y, también, sus gastos. Por ello, es oportuno que las perspectivas de ahorro de cara a la jubilación se adapten a cada situación personal, sin perder de vista los objetivos económicos marcados para el largo plazo.

Por regla general, una vez se entra en el mundo laboral las personas afrontan diferentes etapas desde el punto de vista financiero:

  • Inicial hasta los 30 a 35 años. Los ingresos suelen ser bajos, aunque a medida que el salario crece estos aumentan. Por el contrario, los gastos también se estabilizan ya que la persona acaba de emanciparse y habitualmente vive sola.
  • Desde los 35 hasta los 55 años. Es una etapa clave ya que es frecuente que sea el momento de decidir la adquisición de una vivienda y formar una familia. La mayor parte de los gastos se destinarán tanto a cubrir las necesidades de la economía doméstica como a abonar las cuotas del préstamo hipotecario.
  • Desde los 55 años hasta la jubilación. Es la etapa de la consolidación profesional. Los ingresos se han estabilizado y el volumen de gastos se reduce, en ocasiones, sensiblemente, debido a que los hijos se emancipan. Es probable que se incremente el nivel de ahorro de manera relevante, teniendo presente que el retiro profesional está cercano.

5. No contar con los gastos de salud

A medida que se envejece, los gastos relacionados con la salud tienden a aumentar. Sin embargo, existen personas que los subestiman, es decir, que no tienen en cuenta el coste de los tratamientos médicos, los medicamentos o de la posible necesidad de asistencia o cuidado a largo plazo. Todos ellos pueden suponer un gasto significativo que no sea posible cubrir con el ingreso de la pensión de jubilación.

Además, es importante considerar tener un seguro de salud adecuado y, si es posible, contar con un fondo especial para gastos médicos. También puede ser una buena idea llevar un estilo de vida saludable, hacer chequeos regulares y mantenerse activo físicamente. Dejar estos aspectos al azar puede generar una gran incertidumbre y estrés durante la jubilación.

Fotografía de Vlad Sargu en Unsplash


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