Existen diferentes tipos de préstamos que pueden clasificarse según el perfil de cliente, el destino del dinero o las garantías requeridas. Antes de contratar un préstamo es fundamental analizar factores como la capacidad de endeudamiento del solicitante, el tipo de interés o si se podrá cumplir con los requisitos que pide el banco. A continuación, explicamos qué tipos de préstamos existen y cuándo conviene contratar cada uno de ellos.
Préstamos personales
A través de los préstamos personales, el banco presta a un cliente una determinada cantidad de dinero, acordando entre ambas partes su devolución así como el abono de unos intereses en un plazo de tiempo determinado. Existen ciertos requisitos para pedir un préstamo personal, como ser mayor de edad, disponer de un buen historial crediticio o contar con una solvencia económica suficiente para abonar las cuotas.
Hay muchos tipos de préstamos personales en función de su objetivo, como los préstamos para jóvenes, préstamos para estudiar;, préstamos al consumo, préstamos sin intereses, préstamos sin domiciliar nómina, préstamos para la compra de un terreno y préstamos preconcedidos.
Préstamos hipotecarios
Los préstamos hipotecarios son aquellos que permiten obtener financiación para la compra de una vivienda. Una hipoteca puede ser, según el tipo de interés que aplica, a tipo fijo, a tipo variable o mixta. Para escoger la hipoteca más adecuada para cada persona hay que analizar factores como su solvencia económica, el importe del préstamo o el plazo de amortización, ya que suelen tener una duración mayor que en el caso de otros tipos de préstamos.
Préstamos según la garantía
También es posible clasificar los préstamos de acuerdo a la garantía necesaria para asegurar la devolución del capital prestado. Según la garantía que se aplica existen dos tipos de préstamos:
Préstamos con garantía personal
Un préstamo con garantía personal es aquel en el que el deudor responde con todo su patrimonio personal, presente y futuro, sin que ningún bien en concreto esté sujeto al pago del préstamo. Es decir, el titular del préstamo conserva la capacidad de actuar sobre sus bienes, pudiendo venderlo o alquilarlos, por ejemplo, pero en caso de no poder hacer frente al pago de las cuotas, el banco se quedaría con ellos, incluyendo el valor equivalente de aquellos que hubiera vendido.
Préstamos con garantía real
En un préstamo con garantía real, el solicitante, además de su patrimonio personal, también fija como garantía un bien en concreto, que normalmente es un activo inmobiliario. Este bien puesto como garantía no puede ser utilizado libremente por el prestatario hasta que se terminen de pagar todas las cuotas del préstamo.
El ejemplo más habitual de un préstamo con garantía real es el préstamo con garantía hipotecaria. En este préstamo, la persona que lo solicita pone como garantía de pago una casa que tenga en propiedad. En el caso de que no pueda afrontar las cuotas de devolución del préstamo, el banco podrá quedarse con la propiedad del bien.
Préstamos según el plazo de vencimiento
Otra forma habitual de clasificar los préstamos es según su duración, es decir, según el plazo que tiene el titular para devolverlo. Así, existen:
Préstamos a corto plazo
Los préstamos a corto plazo son aquellos cuyo plazo de amortización es inferior a un año. Son ideales para cubrir necesidades puntuales de liquidez, como la compra de material escolar o algún gasto imprevisto, como la rotura de un electrodoméstico. Este tipo de préstamo suele tener una tramitación rápida y menores requisitos, aunque el tipo de interés puede ser más elevado en comparación con préstamos de mayor duración.
Préstamos a largo plazo
Los préstamos a largo plazo son aquellos que se tienen que devolver en un plazo superior a un año. El caso más común es el préstamo hipotecario para comprar una vivienda, cuyo plazo de amortización puede ser de hasta 30 años. Este tipo de financiación permite, por lo general, acceder a importes más elevados y a tipos de interés más competitivos.
Factores a considerar al elegir un préstamo
A la hora de elegir un préstamo conviene considerar diferentes factores, como por ejemplo:
- Los requisitos que hay que cumplir para su concesión.
- Analizar la situación económica actual y la previsible de cara a futuro para así evaluar si se podrá atender al pago de las cuotas.
- Concretar la capacidad de endeudamiento personal para saber cuánto dinero podrá prestar el banco. El Banco de España recomienda que la capacidad de endeudamiento de una persona nunca supere el 35% de sus ingresos netos mensuales. Esto significa que una persona no debe dedicar más del 35% de los ingresos mensuales netos al pago de las cuotas de las deudas financieras.
- Averiguar el coste real que tendrá el préstamo, analizando los dos elementos clave para ello:
- TIN (Tipo de Interés Nominal). Es el porcentaje fijo que el banco cobra por prestar el dinero al titular del préstamo.
- TAE (Tasa Anual Equivalente). Comprende, además del TIN, las comisiones y el resto de gastos asociados al préstamo.
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