¿Qué ocurre con la cuenta conjunta en caso de divorcio?

Cuando una pareja decide separarse o divorciarse, surgen dudas sobre cómo dividir los bienes, los gastos y, especialmente, las cuentas bancarias compartidas. Una cuenta conjunta, que durante la relación facilitaba la gestión del dinero en común, puede generar conflictos si no se gestiona adecuadamente tras la ruptura.

A continuación, explicamos qué pasa con una cuenta conjunta en caso de divorcio, cómo separarla, qué alternativas existen y si conviene mantenerla una vez finalizada la relación.

¿Cómo funcionan las cuentas conjuntas en una separación?

Una cuenta conjunta permite que dos o más titulares tengan acceso al dinero depositado. Este tipo de cuentas suele usarse para pagar los gastos compartidos como, por ejemplo, la hipoteca, el alquiler, las facturas, la educación o las vacaciones familiares.

Existen dos tipos principales:

• Cuentas indistintas. Cualquiera de los titulares puede operar libremente, retirar dinero o cerrar la cuenta sin autorización del otro.
• Cuentas mancomunadas. Requieren la firma o el consentimiento de todos los titulares para realizar movimientos.

Cuando se produce una separación, la forma en que la cuenta fue abierta determina el control que cada parte tendrá sobre los fondos. En las cuentas indistintas, cualquiera puede seguir disponiendo del dinero, salvo que se comunique al banco la voluntad de bloquearla. En las mancomunadas, no se puede actuar sin el consentimiento del otro titular.

Por eso, el primer paso tras una separación es comunicarlo al banco, para que pueda establecer medidas preventivas, como el bloqueo temporal de la cuenta.

Separar cuentas bancarias después del divorcio

Mantener una cuenta conjunta tras la ruptura puede generar conflictos o malentendidos.

Los pasos más comunes para separar las cuentas son los siguientes:

• Informar al banco sobre la separación o el divorcio. Así, la entidad puede tomar medidas preventivas, como limitar el acceso o requerir la autorización de ambos para cualquier operación.
• Revisar el saldo y los movimientos recientes. Antes de dividir la cuenta, conviene comprobar que no existan cargos pendientes o domiciliaciones activas.
• Llegar a un acuerdo sobre el reparto del dinero. Si la separación es amistosa, se puede decidir cómo distribuir los fondos. En caso de conflicto, lo resolverá un juez.
• Cancelar o modificar domiciliaciones. Los gastos comunes (hipoteca, suministros, colegios, etc.) deben transferirse a las cuentas individuales.

Alternativas para gestionar el dinero tras la separación

La alternativa más habitual es abrir una cuenta individual, que ofrece un control total sobre los ingresos y los gastos. Esta opción resulta especialmente útil para empezar una nueva etapa financiera con independencia y seguridad. Además, muchas entidades permiten abrir una cuenta online, lo que facilita gestionar el dinero desde cualquier lugar y realizar operaciones sin necesidad de acudir a una oficina.

Otra posibilidad es mantener una cuenta conjunta de uso puntual, destinada exclusivamente a cubrir determinados gastos comunes, como la manutención de los hijos o el pago de actividades extraescolares. En este caso, es fundamental acordar desde el principio las normas de uso, los límites de gasto y el sistema de aportaciones mensuales para evitar conflictos.

También puede ser una buena idea abrir una cuenta bancaria para niños en la que los reintegros siempre deben ser autorizados exclusivamente por los padres o tutores legales hasta que alcance la mayoría de edad.

Tras un divorcio, tener una buena gestión financiera es clave para cerrar etapas sin sobresaltos. Informar al banco, separar o cerrar las cuentas conjuntas, abrir cuentas personales y planificar los nuevos gastos son pasos clave para recuperar la estabilidad tanto financiera como personal.

Con una comunicación transparente y un asesoramiento adecuado, es posible empezar una nueva etapa económica con confianza, independencia y seguridad.