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Préstamos y financiación

Covenants y waivers, claves al contratar un préstamo

Carlos S.Ponz, Publicidad - 05/11/2020
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Muchos préstamos de gran envergadura poseen garantías adicionales que, en momentos de crisis, pueden amenazar con llevar a la quiebra. Para evitarlo, el equilibrio en el manejo de los waivers es fundamental para las partes implicadas.

A la hora de analizar y evitar el riesgo crediticio, es habitual prever ciertas garantías, de manera que tanto el financiador como el prestatario se sientan lo más cómodos y protegidos posibles en el marco de la relación que han establecido. Al contratar un préstamo, las entidades financieras suelen incluir en el contrato ciertas cláusulas conocidas como covenants, que buscan garantizar el cumplimiento de las obligaciones por parte del prestatario. Asimismo, existen los waivers, que son las solicitudes de una dispensa temporal en alguna de las obligaciones fijadas en dichos préstamos

Clases de covenants 

En las operaciones de una elevada financiación, además de los compromisos habituales, el prestatario suele adquirir y firmar otros para formalizar y fortalecer todavía más las garantías que se han impuesto. Estos covenants, junto a las garantías, forman un compendio llamado security package, que se incluye dentro del documento denominado term sheet, en el que se oficializa el contrato de préstamo correspondiente. Es fundamental entender los covenants antes de firmar un contrato de préstamo, ya que el incumplimiento de estas cláusulas puede tener consecuencias graves para la empresa. Para evitar estos riesgos, es clave trabajar en la mejora de la gestión financiera de tu empresa, asegurando un manejo adecuado de los recursos y cumplimiento de los compromisos financieros.

Aunque los covenants se personalizan en cada caso, en virtud de los acuerdos que se concreten entre financiador y acreedor, existen algunas tipologías más extendidas, como, por ejemplo, los covenants de información, que obligan a los segundos a aportar todos aquellos datos, más allá, incluso, de las obligaciones legales, relacionados con sus estados financieros o contables, de cara a ofrecer una imagen lo más transparente posible acerca de su situación. Por supuesto, cualquier cambio sustancial en su estructura (como, por ejemplo, un cambio societario en el caso de una empresa) también tiene que ser comunicado a los acreedores.

También existen los covenants de tipo financiero, a través de los cuales el prestatario tiene el compromiso de mantener distintos ratios financieros dentro de unas determinadas horquillas. Uno de los más habituales tiene que ver con la liquidez, aunque son frecuentes, también, los relacionados con el nivel de apalancamiento global de la entidad, con su capacidad de repago o con la comparativa entre su beneficio y los intereses que está obligado a pagar. Además, existen los covenants positivos, que, aunque suelen ser muy variados, están relacionados con el mantenimiento de licencias administrativas, de contratos comerciales o de ciertos bienes que son considerados clave para el desempeño de su actividad. En el extremo opuesto, los covenants negativos pueden limitar la capacidad de la empresa para llevar a cabo ciertas operaciones financieras, como la distribución de dividendos o la adquisición de nuevos préstamos. En este contexto, es importante considerar estrategias como la retribución flexible para optimizar la gestión de recursos sin comprometer las restricciones impuestas.

El papel determinante de los waivers 

Si estas garantías y obligaciones previstas en los covenants resultan demasiado exigentes, o, si, por ejemplo, la realidad del mercado merma las proyecciones estimadas de evolución para el negocio de una entidad, puede darse el caso de que no se puedan cumplir en su totalidad, lo que da lugar a una declaración de even of default. En esta situación, los acreedores pueden llegar, incluso, a solicitar la devolución anticipada del préstamo, algo que, en realidad, conlleva muchos riesgos. Esto es así porque, si el prestatario resulta incapaz de hacer frente a su deuda, podría llevarle finalmente a la quiebra, algo que, desde la óptica de los financiadores es una muy mala noticia, ya que tendrían muy difícil recuperar por completo su inversión.

Normalmente, ante el incumplimiento de las garantías o de los covenants, lo más habitual es que se produzca un proceso de renegociación de los términos y de las condiciones del crédito, aumentando, por ejemplo, el interés que se tiene que abonar en cada plazo o incrementando las garantías adicionales para compensar a los acreedores perjudicados. En este punto es en el que entran en juego los waivers, como autorizaciones temporales para no cumplir un covenant ante un hecho extraordinario, como, por ejemplo, la incapacidad de una entidad de continuar con el pago de su deuda ante un cambio relevante en las condiciones de mercado que ha afectado significativamente a su cuenta de resultados. 

En estos casos, tanto acreedor como deudor deben ser lo suficientemente flexibles para favorecer que se pueda mantener el préstamo, sin que las condiciones de devolución resulten tan asfixiantes que puedan llegar a resultar letales para el segundo. El equilibrio y el realismo suelen ser las mejores guías para lograrlo, aunque, por ejemplo, en momentos de contracción en el ciclo económico, puede ser que el acreedor también necesite incrementar sus niveles de liquidez y no le resulte fácil prescindir de los pagos del préstamo que ha concedido. 

Los covenants durante la pandemia 

Un reciente análisis elaborado por Garrigues bajo el título ‘COVID-19: La crisis sanitaria puede afectar al análisis, valoración y documentación de las operaciones vinculadas’, afirma que, debido al extraordinario contexto económico actual, resulta fundamental que cada contrato de préstamos de una elevada cuantía pueda ser revisado para evaluar si un potencial incumplimiento de sus covenants es achacable o no a la crisis sanitaria derivada del coronavirus. De hecho, señala que es probable que resulte más habitual que en otros momentos del ciclo que se incrementen las solicitudes de dispensa, y que deberían ser valoradas positivamente, “siempre que se hagan con anticipación suficiente, de forma puntual y con una adecuada justificación”. 

Además, se advierte de que en la presente coyuntura es más plausible que una empresa se pueda ver afectada por problemas más estructurales y no tan puntuales, en los que un waiver no resulte suficiente para superar las dificultades. Entre estos problemas, quizá los más repetidos sean los de la falta de liquidez prolongada en el tiempo y la incapacidad de dar servicio a la deuda financiera. En estos casos, “puede ser necesario realizar una refinanciación del préstamo, y la situación de estado de alarma no constituye, por sí sola, un impedimento para iniciar y culminar un proceso de refinanciación estándar” (siempre y cuando no sea precisa la intervención de terceros que no resulte posible debido a la crisis sanitaria). 

El método para dar seguridad jurídica y formalizar este tipo de refinanciaciones suele ser por vía notarial, si bien parece claro que hay que prever tanto en deudor como en acreedor una filosofía basada en la flexibilidad y en la comprensión de la parte contraria para actuar de modo solidario y coordinado, de modo que se evite al máximo la posibilidad de afectar negativamente a la vida útil de la deuda.

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Ahorro, inversión y jubilación   - 25/04/2025

5 errores que hay que evitar para disfrutar de la jubilación Banco Sabadell, Publicidad

Planificar la jubilación es clave para poder disfrutar en el futuro de un retiro profesional tranquilo y sin sobresaltos. Para evitar cometer errores que tengan un impacto económico en la jubilación es fundamental realizar una adecuada planificación financiera según los objetivos marcados. A continuación, vamos a analizar algunos de los errores más habituales que se deben evitar para disfrutar de una jubilación tranquila y satisfactoria.

¿Cuáles son los errores que conviene evitar para disfrutar de la jubilación?

Realizar una adecuada planificación de la jubilación es clave para garantizar la estabilidad financiera del futuro. Algunos errores comunes son no empezar a ahorrar a tiempo o no diversificar ingresos. Aquí algunos ejemplos: 

1. No planificar financieramente la jubilación

Los expertos recomiendan empezar a ahorrar y a invertir de manera constante lo antes posible, ya que de este modo se contará con un mayor margen de tiempo para favorecer el ahorro para la jubilación. Además, se suele recomendar diversificar las fuentes de ingreso, combinando el ahorro con otros productos con los que intentar obtener rentabilidad, como por ejemplo, los planes de pensiones.

No planificar financieramente la jubilación puede ocasionar una mayor dificultad para que una persona pueda mantener su nivel de vida una vez afronte el retiro profesional. Además, es posible que esto provoque que tenga que reducir algunos de sus gastos o que, en el peor de los gastos, tenga que desprenderse de parte de su patrimonio.

2. Comenzar a ahorrar tarde

Es frecuente que se empiece a ahorrar demasiado tarde pensando que la jubilación queda muy lejos. La experiencia dice que cuanto antes se comience, mayor será el colchón y menores las preocupaciones que nos persigan o puedan surgir en un retiro que, ante todo, debería ser calmado. Existen diferentes productos de ahorro diseñados de manera específica para planificar económicamente la jubilación.

Preparar económicamente la jubilación cuanto antes permite ahorrar poco a poco y con constancia, a través de aportaciones periódicas. Además, ofrece un mayor margen de tiempo para poder utilizar el ‘poder’ del interés compuesto, es decir, de generar intereses a través de la inversión de las plusvalías que se generen. Finalmente, también aporta al ahorrador un mayor margen para diversificar en diferentes productos de inversión, como depósitos o fondos de inversión.

3. No tener en cuenta la inflación

La inflación puede erosionar el poder adquisitivo de los ahorros, sobre todo en el largo plazo, por lo que no considerar la tasa de inflación al planificar la jubilación puede hacer que, en el futuro, el dinero ahorrado haya perdido valor si no se ha hecho nada con él. Existen productos financieros que suelen replicar mejor a largo plazo el comportamiento de la inflación, como los fondos de inversión, así como la propia inversión en acciones.

Tradicionalmente, los precios en el sector inmobiliario también han sabido recoger el aumento de la inflación con el paso del tiempo, por lo que puede ser una buena decisión invertir en la compra de una vivienda y financiarla a través de una hipoteca pensando en complementar económicamente la jubilación el día de mañana.

4. No pensar en las distintas etapas de la vida para adaptar el plan de ahorro

La capacidad de ahorro de una persona cambia a lo largo de su vida en virtud de cómo evolucionan sus ingresos y, también, sus gastos. Por ello, es oportuno que las perspectivas de ahorro de cara a la jubilación se adapten a cada situación personal, sin perder de vista los objetivos económicos marcados para el largo plazo.

Por regla general, una vez se entra en el mundo laboral las personas afrontan diferentes etapas desde el punto de vista financiero:

  • Inicial hasta los 30 a 35 años. Los ingresos suelen ser bajos, aunque a medida que el salario crece estos aumentan. Por el contrario, los gastos también se estabilizan ya que la persona acaba de emanciparse y habitualmente vive sola.
  • Desde los 35 hasta los 55 años. Es una etapa clave ya que es frecuente que sea el momento de decidir la adquisición de una vivienda y formar una familia. La mayor parte de los gastos se destinarán tanto a cubrir las necesidades de la economía doméstica como a abonar las cuotas del préstamo hipotecario.
  • Desde los 55 años hasta la jubilación. Es la etapa de la consolidación profesional. Los ingresos se han estabilizado y el volumen de gastos se reduce, en ocasiones, sensiblemente, debido a que los hijos se emancipan. Es probable que se incremente el nivel de ahorro de manera relevante, teniendo presente que el retiro profesional está cercano.

5. No contar con los gastos de salud

A medida que se envejece, los gastos relacionados con la salud tienden a aumentar. Sin embargo, existen personas que los subestiman, es decir, que no tienen en cuenta el coste de los tratamientos médicos, los medicamentos o de la posible necesidad de asistencia o cuidado a largo plazo. Todos ellos pueden suponer un gasto significativo que no sea posible cubrir con el ingreso de la pensión de jubilación.

Además, es importante considerar tener un seguro de salud adecuado y, si es posible, contar con un fondo especial para gastos médicos. También puede ser una buena idea llevar un estilo de vida saludable, hacer chequeos regulares y mantenerse activo físicamente. Dejar estos aspectos al azar puede generar una gran incertidumbre y estrés durante la jubilación.

Fotografía de Vlad Sargu en Unsplash


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