Adaptar las inversiones a cada momento de la vida facilita alcanzar los objetivos vitales marcados a largo plazo.
A la hora de invertir, se puede adoptar una estrategia conservadora, en la que el principal objetivo es la preservación del capital; u otra en donde se tome un mayor o un menor nivel de riesgo según la rentabilidad potencial que se pretenda obtener. Entre los elementos que hay que tener presente al invertir está el de adaptar las inversiones que se realicen a la edad que tenga el inversor, ya que, de acuerdo con ella, se podrán tomar decisiones con mayor o menor riesgo.
En esta premisa se basa la regla del 120, que asegura que cuanto más joven se es, hay que intentar cosechar una mayor rentabilidad a través de la inversión en renta variable, con el objetivo de construir un patrimonio mayor de cara al futuro, aunque se asuma mayor riesgo.
Qué es la regla del 120
La regla del 120 afirma que hay que estructurar la inversión de una persona de acuerdo con su edad. Para lograrlo, se debe restar al número 120 la edad del inversor: con ese resultado, se obtiene el porcentaje del capital que hay que destinar a la renta variable y asumir así un riesgo mayor para intentar cosechar un mayor rendimiento. El resto del patrimonio, en principio, habría que colocarlo en productos de renta fija, con un cariz más conservador, pero que también poseen un cierto nivel de riesgo.
De acuerdo con esta teoría, cuanta más edad tenga una persona, llevará a cabo inversiones menos arriesgadas, dado que estará más interesada en proteger su capital con vistas a su jubilación cercana, en tanto que otra más joven podrá tomar decisiones más ambiciosas, habida cuenta de que gozará de más tiempo para recuperarse en el caso de que algunos de sus movimientos en renta variable no salgan según lo esperado.
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Ejemplo práctico de la regla 120
Un inversor de 30 años está en condiciones óptimas de invertir el 90% de su dinero en renta variable, dejando apenas el 10% restante para otros productos de menor riesgo. Si mantiene esta cartera durante un periodo de tiempo elevado (de cinco a siete años), a pesar de las correcciones que puedan producirse en los mercados, es probable que obtenga un beneficio mayor que si hubiera optado por invertir todo en otras alternativas más conservadoras.
En otro supuesto, un trabajador de 60 años debería construir una cartera con alrededor de un 60% de renta variable y el 40% restante en renta fija, teniendo la mente puesta en procurar consolidar una base estable de patrimonio para mantener su nivel de vida y su poder adquisitivo una vez decida finalizar su carrera profesional.
Pros y contras de la regla del 120
La principal ventaja de la regla del 120 es que permite redistribuir periódicamente los productos financieros de una cartera de inversión. El rebalanceo que propone esta estrategia hace que, cada cierto tiempo, haya que evaluar qué peso tiene cada inversión en una cartera y ajustarla para cumplir con el equilibrio entre renta fija y renta variable.
Por otro lado, su principal hándicap es que, al no tener en cuenta la situación de los mercados ni el momento del ciclo económico, existe la amenaza de comenzar a implementarla en una coyuntura inmediatamente previa al inicio de un rally bajista, cuando es probable que haya una alta volatilidad en las cotizaciones.
Otras reglas de inversión
Además de la regla del 120, existen otras estrategias que intentan ayudar a aquellos inversores menos proclives a invertir a que se animen a hacerlo.
Por ejemplo, la regla del 72 se basa en la premisa de cuánto tiempo necesita una persona para duplicar su capital inicial. Si se divide por 72 el tipo de interés de una inversión, el resultado que se obtiene es el número de años en que el patrimonio teóricamente se doblará. Sin embargo, esta regla tiene el problema de que da por hecho que toda la rentabilidad que se logra se vuelve otra vez a reinvertir, obviando las incidencias que se dan a lo largo de la vida de cualquier persona así como la posible volatilidad de los mercados.
Otra opción es la regla del 115, que sirve para conocer cuánto tiempo se tarda en triplicar una inversión. En realidad, se trata de hacer la misma operación que con la del 72, pero utilizando en su lugar el número 115. Tiene, por lo tanto, el mismo inconveniente que la anterior.
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También existe la regla del 70, que intenta averiguar cuánto tardará la inflación en reducir a la mitad una determinada cantidad de dinero. Para conocer este dato, basta con dividir el número 70 entre la tasa de inflación esperada. Este cálculo suele tener utilidad en un contexto de elevada inflación, donde el dinero se deprecia muy rápido.
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Fotografía de Isabella Fischer en Unplash